CON TU AUSENCIA

No, hoy no tengo nada. Nada más que miles de pensamientos entreverados que aún no quieren salir. Sólo hay una angustia que me ahoga y me encanta. 

Junto, en mi mesa, una taza vacía, no hay más café, hace mucho que ya no lo necesito.
Libros tirados y devastados que interrumpen mi escape pero que por hoy, no quieren ser leídos.
Hacia el fondo una estantería llena de chucherías, trofeos, reconocimientos y fotografías, nada sin valor, nada.
Mi cama vacía, que al igual que mi alma, muestran vestigios de que alguien estuvo allí, tal vez yo o tal vez alguien inventado.
Es paradójico, sólo tengo un aroma impregnado en mis manos, el jabón de tocador que compré ayer no lo ha logrado sacar.
La radio toca música horrible que me recuerda a algo o a alguien: mis discos favoritos, viejos y ochenteros y entre pausas se oyen recuerdos de que debí salir hace semanas.
Por la ventana, a lo lejos, se distingue como el frío congela y mata todo, ha logrado empañarla y resquebrajarla.
La lámpara apenas alumbra mi rostro, noto el cansancio y las ojeras que me maquillan.
Miro alrededor una y otra vez, pero no hallo nada de valor.
El reloj de pared que me obsequiaron el año pasado, siempre puntual, con ese horrible anaranjado pálido de fondo, siento náuseas, no recuerdo quien me lo dio pero deseo hacerlo.
Casualmente siento una mirada, una mala broma que mi mente pretende gastarme.

Y en esta noche sin valor, donde no hay nada ni nadie más que yo y tu ausencia, mi soledad me cuenta y me dice entre lágrimas que no le agradas y que me extraña.

DE MI PARA MI

Muy poca gente me conoce, generalmente me juzgan por mi apariencia, tienden a hacerse una vaga idea de que soy alguien apacible, sin carácter tal vez, me es muy lamentable que mis facciones no demuestren mi naturaleza.
Por ahora no paso por un buen momento en mi vida; es de esos, los que presuntamente te enseñan a ser mejor persona, de esos en los que debes aplicar el "si te caes, debes levantarte" y todos esos clichés estúpidos para subir mi cada vez más invisible autoestima.
Hasta ahora sólo he aprendido cosas malas, ¿Dónde está el lado bueno de esto? Puede ser que esa sea una pregunta capciosa o sólo una burla a mi estado. Lo confirmo porque lo he visto desde distintos puntos: desde una cristiana abnegada hasta a una renegada atea; desde la más optimista hasta la más pesimista.
Muchos dirán que uno sufre porque quiere, pero ¿Dónde está mi voluntad de sufrir?
Cuando todos te dan la espalda o simplemente viven sus vanales vidas, me doy cuenta que quizá aprendí mal, probablemente me hice dependiente de las personas que me rodeaban, acaso espero recibir a cambio eso que di o tal vez sólo quiero alguien con quien hablar, ¡Ay, pobre idiota que soy! 
No quiero ser una tonta dramática y dejar a entender mi próximo paso: un teatralizado y muy bien elaborado suicidio, pero creo que lo soy, si a alguien debo criticar, si debo esperar algo o confiar en alguien, es en mí.